domingo, 19 de noviembre de 2017

Lucky, ópera prima como director de John Carroll Lynch, en el marco del 32º Festival Internacional de Cine de Mar del Plata


Desde hace veintitantos años, pero mucho más asiduamente ya en los '2000, venimos viendo a John Carroll Lynch desempeñarse en esos papeles si bien no protagónicos, lo suficientemente relevantes para no olvidar la cara y la efectiva labor de un actor tanto en series (Càrnivale, El cuerpo del delito, Billions) como en cine (Zodíaco, Gran Torino, Crazy, Stupid, Love, El fundador). En este caso, detrás de la cámara por primera vez, dirige uno de los últimos trabajos actorales del recientemente fallecido Harry Dean Stanton, quien interpreta a un anciano ateo de 90 años que vive en un pequeño pueblo en una zona desértica de Estados Unidos, y para quien la proximidad de la muerte, dadas su falta de certidumbres y su avanzada edad, se vuelve un motivo de deliberación cada vez más perentorio. El guion de los debutantes Logan Sparks y Drago Sumorja, parece haber sido escrito para una película que más que una historia de ficción, bien podría ser la forma conjetural en que podrían haberse imaginado los últimos años de Stanton. Un personaje hecho a la medida de un actor que ha dado muestras de su capacidad de interpretar de forma modestamente gigantesca, sin necesidad de alocuciones grandilocuentes ni de una puesta pensada para paliar algún tipo de falencia actoral. Porque eso es Lucky: un veterano de guerra, sin hijos, sin grandes recursos económicos, amante de la música mexicana, sin una formación académica que lo lleve a explicitar sus enigmas existenciales de forma sofisticada, alguien conocido por todos en el pueblo y en -casi- completo estado de desnudez y exposición ante lo conocido, pero con una enorme pregunta ante la cada vez menos eventual certeza de un final con puerta a lo incógnito. Hay otro Lynch en la lista de créditos. David, alguien que vaya si lo ha hecho descollar a Stanton (Corazón Salvaje, la hermosa interpretación del Lyle de Una historia sencilla, su participación en Twin Peaks), interpretando a Howard, un vecino del pueblo y amigo de Lucky a quien se le ha perdido su tortuga de cien años llamada President Roosevelt y cuya única preocupación es qué será de ella los próximos cien, cuando él ya no esté. Un punto acaso contradictorio de la historia es el rasgo de candidez o falta de credibilidad de mostrar lo amigable (sin excepciones) del contexto humano que rodea al anciano en épocas en que pareciera que el envejecer se ha convertido en un pecado imperdonable, sobre todo porque en la trama la palabra realismo va cobrando un peso determinante en las consideraciones del personaje principal, sumado a que Lucky no se caracteriza por su propensión a la diplomacia. Pero más allá de eso, la ópera prima de J. C. Lynch no deja de enternecer, ya que como se dijo, oficia como un merecido homenaje en vida a un actor que nos ha dejado tantos momentos sublimes a lo largo de sus más de sesenta años de carrera. Beth Grant, Ed. Begley Jr., Barry Shabaka Henley, Hugo Armstrong y Tom Skerritt (compañero de rodaje de Stanton en Alien, el octavo pasajero), completan parte del elenco.