miércoles, 20 de noviembre de 2013

Bright day: de Hossein Shahabi (en el marco del 28° Festival Internacional de Cine de Mar del Plata)


Ópera prima del director iraní Hossein Shahabi, Bright day, film que participa de la sección "Competencia Internacional" del Festival, es la crónica de una carrera a contrarreloj de una maestra jardinera (Farhoudi) y un chofer de remise (Kiani) por las calles de Teherán en búsqueda de testigos que aporten testimonios para torcer la voluntad de un jurado que probablemente dictamine la pena capital a un inocente. La película va revelando de manera gradual las imperfecciones de un sistema judicial permeable a todo tipo de estratagemas (¿les suena?) que pueden llevar a que el objetivo de búsqueda de la verdad se trastoque de manera irreversible cuando la pena de muerte cabe dentro de las posibles condenas. El hincapié no solo está puesto en el papel que juega Farhoudi en esta empresa que parece por momentos volverse imposible, dado que este objetivo encabezado por una mujer en una sociedad en donde su rol en principio no dejaría espacio de maniobra a estos efectos, parece convertirse en una verdadera quimera; y es ahí en donde el encomiable Kiani asume la causa y se transforma en parte decisiva de lo que va aconteciendo. Kiani encarna de manera absoluta la defensa de esa verdad desde un lugar de integridad moral que contrasta con las especulaciones que van esgrimiendo los testigos que podrían declarar en favor del acusado, y que incluso recurriendo a argumentos de corte religioso, se niegan a testificar. Ése es el punto de Bright day, la verdad en pugna con los manipulables meandros de la esfera jurídica, la humana, y la religiosa, que por momentos parece volverse la más humana y alejada de la verdad. La película es una muy buena excusa para reflexionar acerca de lo cuestionable de las instituciones, no solo en Irán si cabe aclararlo, sino en todos los estados en donde la pena de muerte sigue vigente.    
        

martes, 19 de noviembre de 2013

La herida: de Fernando Franco (en el marco del 28° Festival Internacional de Cine de Mar del Plata)



La Herida es la ópera prima del director español Fernando Franco, película cuyo guión coescribió junto a Enric Rufas. Ana (Marian Álvarez), es una asistente de pacientes neurológicos. Trabaja en una ambulancia de traslados brindando una encomiable contención a los asistidos con quienes tiene una periódica relación. Vive con su madre divorciada de su padre en una casi absoluta incomunicación. La vida laboral de Ana no exhibe las heridas que sí va dejando entrever, de manera cada vez más flagrante, su vida privada. Distanciada de su ex-novio a quien abruma con inútiles llamados de reconciliación, relacionándose con un oscuro personaje con quien chatea y sintiendo el tajante rechazo de aquellos con quienes escoge relacionarse, la vida de Ana va sumiéndose poco a poco en un derrotero de disonancias que no solo labran heridas existenciales sino también físicas. El film no es solamente una buena oportunidad de asistir a una de las mejores actuaciones -la de Marian Álvarez- de lo que se está viendo por estos días en el Festival, sino también -dejando de lado la tentación de hacer de esto una regla general- una ocasión para reflexionar sobre las nuevas formas de comunicación y sobre cómo esa dinámica no puede ser trasladada a las maneras tradicionales de relación, dejando a quien va adquiriendo esos tópicos comunicacionales, cuando lo físico y lo gestual toman parte, en un alarmante estado de desnudez. Marian Álvarez obtuvo por parte del jurado del Festival de San Sebastián un premio especial a "mejor actriz" interpretando a este personaje que padece un Trastorno Límite de la Personalidad. La herida participa de la sección "Competencia Internacional" del 28° Festival Internacional de Cine de Mar del Plata.  


   

lunes, 18 de noviembre de 2013

Choele: de Juan Sasiaín (en el marco del 28° Festival Internacional de Cine de Mar del Plata)



Choele es el segundo largometraje de Juan Sasiaín. La Tigra, Chaco (2009), el primero, fue codirigido junto a Federico Godfrid. Ambientada en la ciudad homónima, la película cuyo guión también fue escrito por Sasiaín, narra la historia de Coco, un chico que está saliendo de su niñez y comenzando a descubrir entre otras cosas la inviabilidad de ciertas relaciones en las que corazón y fuerza de las circunstancias no van precisamente de la mano. 

Manifestó Sasiaín en una breve charla al final de la proyección del film su espíritu itinerante, una suerte de fascinación por los pequeños pueblos del interior del país, y el ir en la búsqueda de esas locaciones, a la caza de esos espacios de juego de la infancia e intentar recobrarlos. La impronta lúdica está presente también en la interacción director-actores y no-actores. En este aspecto actoral de la película (el trabajar con actores y no-actores), en la narración de una historia contada de manera aparentemente simple pero poseedora su densidad, de su peso específico; en darle al paisaje una participación importante, con su río, sus bardas y sus puentes con pasado, y en la elección de una locación patagónica, Choele remite por momentos al cine de Carlos Sorín. 

Este segundo largometraje de Juan Sasiaín participa de la sección "Competencia Latinoamericana" del Festival y se proyectará nuevamente el martes 19 de noviembre a las 12:45 hs. en el cine Ambassador.


jueves, 14 de noviembre de 2013

Un camino hacia mí



Nat Faxon y Jim Rash, los directores de Un camino hacia mí, fueron junto a Alexander Payne los guionistas de The descendants (2011) -adaptando la novela de Kaui Hart Hemmings-, película dirigida por Payne y que obtuvo un premio Óscar 2011 en la categoría "mejor guión adaptado".  Cabe esta información inicial dado que la atmósfera Payne sobrevuela buena parte del film que se está reseñando, detalle del que se dará cuenta más adelante.

Duncan, el protagonista de Un camino hacia mí, no solo debe afrontar el difícil trance que presentan los tempranos años de la adolescencia en todo joven, sino también el hecho de tener que pasar el verano con el cuasi monstruoso novio (Steve Carrel) de su madre (Toni Collette), y con un grupo de desconocidos personajes con los cuales no logra el más mínimo rastro de correspondencia. En medio de ese panorama desalentador y disonante, accidentalmente (y he aquí el cliché sobre el cual se asienta y se intenta sostener la película), Duncan conoce a Owen (Sam Rockwell), un empleado de un parque acuático de la playa en donde se encuentra de vacaciones. Owen aporta al chico no solo una extravagante artillería de tópicos que van desarticulando su casi nula capacidad de comunicación, sino también esa imagen paternal de la que carece. Si bien este punto es sobre el cual se forja y se sostiene este iniciático camino de Duncan, es también de manera soportable y elegante, su talón de aquiles, dado que las figuras héroe-niño, maestro de la vida-discípulo, son la confluencia sobre la cual recurre permanentemente Un camino hacia mí para dar todo de sí. 

Como se escribió al comienzo de la reseña, la impronta Payne se halla presente buena parte de la cinta, lo cual habla bien del trabajo de Faxon y Rash. ¿En qué aspectos? En esa sutil pericia que tienen los films de Payne de transitar la desgracia de sus personajes y sazonarla con toques de comedia imbricados de manera tal que no chocan con la plasticidad argumental. También está presente el director de Election (1999), About Schmidt (2002), Sideways (2004), en la aparición de esos personajes que de alguna manera desafían la coquetería hollywoodense, staf actoral del cual, en roles no tan secundarios, Nat Faxon y Jim Rash participan.

En el aspecto actoral el trabajo de Steve Carrel saliéndose de lo esperable es plausible. Contrariamente a esto, la proverbial Toni Collete no deslumbra en Un camino hacia mí como nos tiene acostumbrados.  Sam Rockwell por momentos entretiene, por momentos redunda y por momentos aburre, pero en última instancia sale airoso. Los galardones sin ninguna duda se los lleva el personaje interpretado por la brillante Allison Janney. 

La película recupera puntos con el inteligente y abierto final, del cual no se aportará más indicio que la mención de que ciertas tensiones, ciertos planteos que en un principio y en un promediado desarrollo parecen meros aderezos, sobrevienen sobre los últimos minutos aportando el ingrediente justo a la resolución de la trama. La invitación a verla, apostando a esta dupla de directores que cuentan con una muy buena base como para consolidarse, es más que pertinente.